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El dibujo científico: de Aristóteles al ordenador

Imagen de fotografía científica

Hoy los más experimentados ilustradores se resignan a que su trabajo valga poco en el mercado, pero tienen la satisfacción de que sus nervaduras y otros detalles finamente iluminados reflejen todos los años de paciencia, perseverancia y práctica, las «tres P» necesarias para el oficio, según Chirino.

A la hora de enumerar prioridades de la disciplina en la actualidad, Vega Asensio, coordinadora del máster en Ilustración Científica de la Universidad del País Vasco y responsable de la empresa NorArte asegura que “lo primero es saber valorar” la necesidad de una información gráfica.

«Lo más difícil es que los grupos de investigadores contraten a ilustradores, queda trabajo para volver a acercar estos dos mundos».

Clara Cerviño, ilustradora y bióloga

A propósito, la ilustradora y bióloga Clara Cerviño expone su punto de vista: “Lo más difícil creo que es que los grupos de investigadores contraten a ilustradores, queda trabajo para volver a acercar estos dos mundos. En muchos casos, esta relación funciona, pero en otros, por experiencias que hemos tenido, suele echarse mano de fotos y de vídeos”.

Sin embargo, resulta importante señalar que ni la fotografía ni el audiovisual reemplazan a la ilustración científica, sino que son sus aliadas: basta pensar en los dibujos esquemáticos de la geología, la química, la geografía, la oceanografía o la astrofísica, entre otras disciplinas.

Fotografía y dibujo se complementan y, de hecho, “son indispensables la una para la otra”, aclara Cerviño. “La ventaja de la ilustración científica es que puedes simplificar y, en algunos temas, como el de los dinosaurios y, en general, en el paleoarte, hay que especializarse y echar mano de ella”, advierte.

Imagen de dibujo científico
Eucephala smaragdocaerulea (Gould’s Wood Nymph) – John Gould

Por supuesto, en el caso de las ciencias naturales, la condición ineludible de la ilustración es que refleje el arquetipo, algo que ninguna fotografía puede conseguir.

“El dibujo científico abstrae el ejemplar tipo, maduro y perfecto. Por ejemplo, un estornino no puede ser un polluelo, ni tener una patita dañada o el pico torcido, porque debe representar al ejemplar estándar”, señala Vergés. Y recuerda las guías de campo, que contienen fotografías y, también, dibujos, porque “para identificar una planta o un ejemplar de una especie desconocida se recurre al dibujo, no a la fotografía”.

La ciencia “se sirve de la ilustración científica para avanzar y el ilustrador, que es un artista, siempre está reprimido”, argumenta la investigadora del MNCN, porque “no se puede tomar ninguna licencia creativa: tiene que representar lo que ve, en el caso de los seres vivos, o plasmar una idea, si se trata de las ciencias abstractas”, sentencia.


Primeros libros científicos ilustrados

Uno de los primeros libros científicos ilustrados es un códice del siglo VI, en griego, conocido como el Codex de Dioscórides de Viena (porque se conserva en la Biblioteca Nacional de Austria). Se trata del más antiguo ejemplar de De Materia Medica del médico Dioscórides (Anazarba, en la actual Turquía, entre el año 40 y 90), una farmacopea de alrededor de 400 de plantas, que también contiene gráficos de minerales y animales, la mayoría en estilo naturalista.

Respecto a las obras con ilustraciones de fauna, tras el famoso rinoceronte de 1515 que Durero nunca vio —una historia que inspiró un libro publicado el año pasado por Editorial Nórdica—, continuaron reproduciéndose los grandes mamíferos a partir de descripciones orales. Y es que «no todo el mundo tenía posibilidad de ir a tierras lejanas”, según Vergés.

Ilustración científica
Mutisia Clematis – Salvador Rizo – Expedición científica de José Celestino Mutis a Nueva Granada

De hecho, hay bestiarios medievales en los que los animales no tienen ninguna precisión y que, no obstante, podrían considerarse los inicios de la ilustración animal, aunque no puramente científica, porque allí se mezcla fauna real con unicornios y otras bestias mitológicas. A partir del siglo XVI, sí hay “una intención de representar lo que vemos y lo que es, tal y como es”, indica la responsable del archivo del MNCN.

De esa época destaca la icónica acuarela de la liebre, también de Durero, por su realismo incuestionable.

Desde el viaje de Colón a América y con las expediciones europeas a las Indias, en busca de especias y otras materias primas, se extiende la ambición de los grandes viajes de conquista y apenas asoma la idea del naturalista.

De hecho, no es hasta que aparece la instrumentación marina (las brújulas o los sextantes de barcos para orientarse en los océanos), cuando “los mapas dejan de ser una fantasía”, expone Vergés.

Posteriormente, en el siglo XVIII, cuando Carlos Linneo crea una clasificación taxonómica de seres vivos y establece la nomenclatura binomial (para nombrar género y especie), el panorama se simplifica para biólogos y botánicos, porque se homogeneiza la designación de lo que se va descubriendo.

Si cualquier perro en el mundo es un Canis lupus familiaris, aparece el orden entre los seres vivos. A partir de este inmenso paso, el ilustrador puede representar el ejemplar tipo del animal que se va identificando.

En el siglo XVIII también se organizan los viajes de exploración imperiales, que coinciden con el auge de los principios de la Ilustración, cuando se venera el conocimiento racional. “Esas rutas lejanas nos abren a los europeos una ventana porque quienes viajan, luego explican, escriben e ilustran todo aquello que han visto”, continúa la experta.

Avances técnicos

Desde entonces, el mundo es global. Pero fue en el siglo XIX, con los estados europeos trayéndose todo lo que fuese de interés desde sus territorios de ultramar, cuando los avances técnicos trazaron buena parte de la historia de la ilustración científica.

En el mundo editorial, la cromolitografía (con láminas que luego se iluminaban a mano) contribuyó a la unificación de los colores, que resultan vitales para la descripción de algunas especies.

Imagen de ilustración científica
Abu Simbel antes de 1943 – Walter Roofe Tyndale

Precisión en las formas y en el color permiten el gran salto en la disciplina, mientras la fotografía da sus pasos inaugurales. Aunque, en sus albores, el tiempo de exposición que necesitaba el primer daguerrotipo era tan grande que impedía retratar animales en movimiento. Harán falta muchos años para que la fotografía acceda a lo que el ojo humano no puede.

Los animales disecados de los gabinetes de historia natural, en cambio, se podían copiar con todo el tiempo del mundo. Y en esa búsqueda de la representación más fidedigna, “el dibujo de perfil es el que reúne la mayor información en una sola imagen”, detalla Vergés.

En otras ciencias, como en la paleontología o la arqueología, el dibujo también hace una reconstrucción de lo que falta (en el caso de piezas dañadas o esqueletos de los que se hallan solo algunas vértebras, por ejemplo). Se trata de “añadir lo que no existe siguiendo lo que existe”, en palabras de la especialista del MNCN.

Ordenador o tinta china

En las últimas décadas, las herramientas informáticas han cambiado bastante las reglas del juego en materia de diseño e ilustración. Sin embargo, hay artistas de generaciones más jóvenes que siguen trabajando con lápices y pinceles. (Continúa en la página 3)

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