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Imagen de Cádiz en 1924

Crónica de Cádiz para La Habana

A las siete de la mañana estábamos frente a Cádiz. El mar, azul y rosa, sin una arruga; terso y brillante, como de vidrio. Sobre él, en segundo término, la vieja ciudad, montón de caseríos blancos extendidos en una faja que moteaban las manchas verdes de los jardines.

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Sin presupuesto para espejos

Una de las virtudes de la crónica es su naturaleza de foto fija, una foto construida con lenguaje de un momento de la historia. Cuando ese marcado carácter documental se reviste además de une escritura hermosa y sencilla, mas la sinceridad de un relato personal y emocionante, la crónica se convierte en literatura. Sin dejar de ser crónica.

Alma Guillermoprieto no fue siempre ni periodista ni escritora. En su juventud nómada por tierras americanas quiso ser bailarina de danza moderna y, por esos curiosos vericuetos que nos reserva el destino, ese afán por la danza la llevó a vivir durante seis meses en Cuba en 1970, cuando la revolución castrista recién cumplía su primer decenio.

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