El 12 de julio de 1939 Rafael Alberti regaló al poeta chileno Pablo Neruda una caracola firmada de su puño y letra. El ejemplar se conserva aún en la colección que atesoró el escritor chileno a lo largo de su vida, catalogada en cerca de ocho mil piezas.
Alrededor de un millar de caracolas, incluyendo la autografiada por el poeta gaditano, se exponen ahora en Chile bajo el título Mollusca. Poesía de las caracolas con motivo del 70 aniversario de la donación de su colección malacológica a la Universidad de Santiago.
No hay mucha información gráfica disponible en internet de la exposición actual, aparte del vídeo con los discursos institucionales del día de la inauguración.
Amor al mar
Sin embargo, cuando escribo esto aún se puede visitar en el sitio virtual del Instituto Cervantes una exposición parecida que se hizo en ambos países, Amor al mar. Las caracolas de Neruda con motivo del V Congreso Internacional de La Lengua celebrado en Valparaíso (Chile).
No son fotografías de gran resolución, pero suficientes para comprobar la belleza de la colección de Neruda, tan apasionado por la mar como Rafael Alberti; y no era lo único que les unió desde que se conocieron en 1930, hasta el extremo de que en vida fueron más hermanos que amigos, como recuerda a diario la Fundación Pablo Neruda.
Cada una de las imágenes está acompañada de un breve texto extraido de las distintas obras que escribió el autor de Canto general o Residencia en la tierra a lo largo de su vida, entrelazando ambas actividades, la escritura y el coleccionismo de restos marinos de seres vivos.
Tiempos difíciles en París
La caracola albertiana está firmada en París en 1939. Desconozco si hay en la colección más caracolas firmadas por Rafael, así que me aventuro a suponer que ambas son la misma.
Aquel 1939 fue el año en el que él y Maria Teresa León tuvieron que salir de España ante la inminente derrota del gobierno legítimo de la República por los golpistas.
Llegaron a la capital francesa con lo puesto. Pablo Neruda les brindó hospitalidad en la casa en la que se alojaba con su pareja entonces, la pintora Delia del Carril, en el llamado Muelle del reloj, cuenta Alberti en sus memorias.
Pudo ser allí donde Rafael, sin apenas recursos – él y María Teresa serían contratados en precario como locutores para Radio París por mediación de Pablo Picasso –, regalara esta caracola a su amigo chileno en señal de agradecimiento y de cariño.
Neruda estaba en París como cónsul especial para la inmigración nombrado por el presidente Pedro Aguirre Cerda. Su más notable logro fue el flete del vapor Winnipeg, que trasladó a Chile a más de dos mil refugiados españoles que habían huido del país.
Interés artístico y científico
Pero los Alberti no fueron en ese barco. Cuando, por presiones del mariscal Pétain, embajador francés en España, María Teresa León y él fueron despedidos de Radio Francia, se embarcarían en otro navío rumbo a Buenos Aires, donde comenzó su exilio americano.
La exposición abierta estos días coincide con el centenario de la publicación del primer libro de poemas de Alberti, Marinero en tierra, momento que se ha aprovechado para relanzar las actividades de la Fundación Alberti en El Puerto de Santa María.
Por otro lado, aparte de su valor artístico (se han hecho tallas en miniatura en algunos ejemplares), la colección de Neruda tiene también un interés científico que ya subrayó, con motivo de la exposición celebrada en Madrid en 2009 (en Valparaíso al año siguiente), el entonces rector de la Universidad de Chile, Víctor Pérez Vera.

