Saltar al contenido

La huella vital de Soledad Sevilla

Imagen de la exposición de Soledad Sevilla en el MNCARS

La han bautizado como la gran exposición de la temporada en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid. Una muestra retrospectiva que abarca los sesenta años de la carrera artística de la pintora Soledad Sevilla, la huella vital que la artista, actualmente afincada en Andalucía, ha ido construyendo durante todos estos años con su creación.

Titulada Ritmos, tramas, variables, la exposición reúne más de un centenar de obras desde sus comienzos, a finales de los años 60, ligados al Centro de Cálculo de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), hasta la actualidad, con una serie de trabajos muy recientes, algunos de ellos realizados específicamente para esta muestra, relacionados con sus orígenes y su admiración por su referente, Eusebio Sempere.

Soledad Sevilla (Valencia, 1944) ha desarrollado a lo largo de su carrera un lenguaje basado en la pureza de la línea y el color y en la construcción de formas a partir de módulos geométricos. La trama, la línea, los ritmos y las variaciones son elementos constantes en todas sus etapas, conforman el cuadro que, según ella misma dice, siempre está pintando:

«Es una teoría que compartimos muchos artistas, que estamos pintando siempre el mismo cuadro, y aunque podría parecer que son diferentes etapas unas y otras, es una unidad que se repite».

Un recorrido cronológico y circular

Junto con el gran formato, que desarrolla a partir de los años 70, la expresión de las emociones a través de la luz y la oscuridad son también señas de identidad del trabajo de esta artista Premio Velázquez en 2020.

La retrospectiva, comisariada por la catedrática de Bellas Artes de la Universidad de Murcia e historiadora del arte, Isabel Tejeda, incluye, además de sus trabajos más recientes, 11 obras pertenecientes al Museo Reina Sofía.

El resto proceden de préstamos privados y de organismos e instituciones públicas, entre los que destacan, por ejemplo, el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo o Patrimonio Nacional.

La muestra se despliega cronológicamente en diez salas del edificio Nouvel, desde sus primeras obras geométricas de finales de los años 60 hasta sus últimas creaciones de 2023 y 2024.

Imagen del cuadro De seda azul medianoche de Soledad Sevilla
De seda azul medianoche-Colección familia Cortina Lapique-©Soledad Sevilla
Todas las imágenes cortesía del servicio de prensa del MNCARS

Geometría emocional

Según la comisaria de la muestra, Isabel Tejeda, la exposición se aborda como un relato circular: «He intentado generar un relato que atravesara todas las piezas, conectando las últimas con las primeras, el módulo, la línea, la geometría de Soledad Sevilla que yo considero no fría sino emocional. Porque se trata de una artista que busca crear un vínculo emocional con la obra como el propio Sempere, Yturralde, Agnes Martín o Rothko».

Soledad Sevilla estudió en la Escuela Superior de Bellas Artes de Sant Jordi (Barcelona) entre 1960 y 65 y participó posteriormente en los seminarios del Centro de Cálculo de la UCM que potenciaba la transversalidad entre arte y ciencia, dando pie a la experimentación computacional en el arte, entre otras disciplinas, aunque ella pronto se desvinculó del ordenador como herramienta plástica.

La primera y segunda sala se centran en el desarrollo de la abstracción geométrica de sus primeros trabajos. De esta primera etapa es Mondrian (1973), donde juega con la geometría del color para conseguir una imagen tridimensional, una ilusión espacial.

Sobre esta base desarrolla una nueva concepción basada en el color y en la búsqueda de la profundidad, una pintura que vibra y que plasma en grandes telas sin título, con superposición de módulos pentagonales o hexagonales que podemos ver en la segunda sala.

Alhambras y Meninas

Entre 1980 y 1982, Soledad Sevilla disfruta de una beca de investigación en la Universidad de Harvard, en Boston. Al no tener un espacio para trabajar los grandes formatos que le gustan, empieza a experimentar sobre rollos de papel Kraft con progresiones de líneas que van creciendo y se convierten en dibujos de lápiz sobre papel que llegan a alcanzar los 12 metros. Unos rollos que cuelga en paredes y césped de la Universidad, relacionando sus dibujos lineales con el espacio.

Propone al Fogg Art Museum la pieza Seven Days of Solitude que, aunque no se llevó a cabo, será el germen de sus primeras instalaciones. Allí asiste también a una serie de cursos sobre la Alhambra o las obras de Velázquez que le impresionan y le llevan a redescubrir estos grandes hitos culturales españoles desde otra perspectiva.

Tras su paso por Harvard, la artista valenciana vuelve a España e inicia una senda más subjetiva, espacial y emocional, creando algunas de sus obras más emblemáticas, como Las Meninas (1982), una serie en la que la abstracción geométrica evoluciona hacia un uso atmosférico y espacial de la línea y la trama.

Otra de sus series más conocidas, La Alhambra (1984-86), constituye un trabajo de reinterpretación del conjunto monumental en el que intenta pintar el aire generando profundidad a través de la reiteración de las tramas cruzadas, acercando la abstracción a cierta sensación de figuración.

De la pintura a las intervenciones tridimensionales

La pintura expansiva que Soledad Sevilla experimentó en los proyectos de Boston es el antecedente de sus instalaciones tridimensionales en el espacio. En este tipo de intervenciones, la artista traslada poéticamente sus experiencias sensibles.

Conectando la tercera y cuarta sala, en la sala quinta, se documentan algunas de las intervenciones históricas de Soledad Sevilla: Leche y sangre (1986), un montaje de claveles rojos en hileras paralelas que recorren el espacio y que constituye el origen de sus instalaciones de hilos.

Y la instalación Mayo 1904-1992 (1992), que se realizó en el castillo de Vélez Blanco (Almería) recreando su claustro renacentista, actualmente en el Metropolitan Museum de Nueva York, mediante una proyección de luces que se encendían al atardecer y se desvanecían al alba.

También vemos en esta sala la obra En ruinas II (1993), donde se genera un cambio en su forma de pintar. De la línea pasa a utilizar pinceladas muy cortas, golpes de pincel.

Imagen del cuadro Insomnio de Madrugada de Soledad Sevilla
Insomnio de madrugada-Colección «La Caixa» Valencia-©Soledad Sevilla

De noche todo se ve más claro

Con esta nueva pincelada, que da una sensación como de relieve, podemos ver en la sexta sala la serie Insomnios (2002-2003), cuatro obras de gran formato, de hasta 8 metros, que destacan por su longitudinalidad y semejanza con las tapias cubiertas de vegetación, donde se conjuga el blanco y el negro con matices rojos y negros.

La artista, que ha sufrido insomnio toda su vida, trabaja con la oscuridad, el sueño, el duermevela y la luz, resaltando la paradoja de que, muchas veces, de noche todo se ve más claro. Aunque cambia la pincelada sigue trabajando sobre la repetición y la trama, generando luz, espacio y ambiente.

En contraste con la oscuridad de Insomnios, podemos ver en la sala siete un conjunto de pinturas luminosas de los años 90 que exploran también el motivo de las vegetaciones colgantes sobre muros, donde aplica Soledad Sevilla otra nueva pincelada, como una hoja diminuta.

La luz del día se refleja en la naturaleza cobrando protagonismo en obras como Díptico de Valencia (1996) u Hotel Triunfo (1998).

Secaderos de tabaco de la Vega de Granada

La primera instalación física expuesta es El tiempo vuela (1998), 1.500 mariposas azules de papel, posadas en las paredes de la sala y montadas sobre un mecanismo de reloj que hace que giren segundo a segundo.

La instalación, que debe su título a un verso de Antonio Machado, “Y es hoy aquel mañana de ayer”, genera un ambiente sonoro y de movimiento que evoca el paso del tiempo.

En la sala nueve se pueden ver las series Nuevas Lejanías (2016) y Luces de Invierno (2018), en las que la artista reflexiona sobre su propia vida, sobre su llegada a un “invierno personal”, sin hacer concesiones a la melancolía y la nostalgia.

Soledad Sevilla, que ha trabajado a caballo entre Barcelona, Madrid y Granada, tiene ahora su estudio en esta última ciudad. En esta serie de pinturas, rescata de su memoria los secaderos de tabaco de la Vega de Granada, o los plásticos de los invernaderos cuyos movimientos, velando la realidad, reproduce. A través del color y la luz filtrándose, trabaja en estas obras la trama del plástico, lo efímero y las huellas del transcurso del tiempo.

Reencuentro con los orígenes

En la sala diez está su perfil creativo más actual, sus series más recientes, de 2022 a 2024: doce bocetos de Horizontes, dos Horizontes Blancos, y las ocho obras de Esperando a Sempere.

Estas últimas, creadas para esta retrospectiva, suponen un reencuentro con sus orígenes y algunos de sus primeros referentes, como Eusebio Sempere, de quién se ha incluido un pequeño gouache propiedad de la artista que fue la inspiración y el génesis de estos últimos trabajos.

La artista vuelve a la línea pura con lápiz, tinta o rotulador, abandona la perfección e interviene con su propio cuerpo, su gesto consciente, dejando que introduzca fallos, ondulaciones, excesos de tinta. A medio camino entre una línea recta con regla y una a mano alzada, trabaja la degradación del color.

Dice Isabel Tejeda, comisaria de la muestra, que «esta última sala desemboca en la primera, comunicando el principio con el final, en alusión al mismo cuadro que la propia Soledad Sevilla dice que siempre está pintando. De forma que se ve la implicación de todas sus constantes de maneras muy distintas. Porque Soledad Sevilla es una artista muy libre, con esa libertad de cambiar el rumbo sin traicionarse que es una característica de su trabajo».

Sobre Soledad Sevilla

Soledad Sevilla «es una mujer enamorada de su trabajo, que no ha dejado de pintar ni un solo día de su vida, de hecho, sigue con cuadros inmensos. Sufrió la misma discriminación y dificultades que las mujeres de su generación, pero nunca se rindió», comenta Tejeda

Y la artista valenciana dice:

«Yo siempre cuento, que cuando todos mis amigos y colegas eran famosos, yo no podía ni exponer. Estaba con un niño en una rodilla, otro en la otra y en la mano el pincel. Se me veía como un ama de casa, no como artista. No había manera de romper esa imagen. (…) Además de que el ámbito de la geometría no interesaba, no se entendía y era masculino.».

En 2014 recibió el premio Arte y Mecenazgo, que reconoce la excelencia de su obra y los logros en su trayectoria. En el año 2020 se le otorgan dos de los reconocimientos más destacados de su trayectoria: el Premio Velázquez de Artes Plásticas y su nombramiento como Doctora Honoris Causa de la Universidad de Granada. Ha realizado más de 100 instalaciones y 70 exposiciones individuales.

La comisaria de la muestra, Isabel Tejeda, es catedrática en la Facultad de BBAA de la Universidad de Murcia especializada en feminismos y arte contemporáneo y discursos museográficos. Ha comisariado casi un centenar de exposiciones en España, Puerto Rico, Argentina, Gran Bretaña, Italia, Francia, Marruecos, Holanda y República Checa.

Exposición Soledad Sevilla. Ritmos, tramas, variables
Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Edificio Nouvel 1ª planta.
Calle Santa Isabel, 52. Madrid.
Hasta el 10 de marzo de 2025.
Horarios: Lunes: 10:00 – 21:00 h.
Martes: Cerrado
Miércoles-sábado: 10:00 – 21:00 h.
Domingo: 10:00 – 14:30 h.
Festivos: Consultar los días de cierre

Tú dirás

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.