Saltar al contenido

Fernando Devesa: “Me encanta el arte abstracto”

Imagen de Fernando Devesa pintando un cuadro

Que lo diga un pintor abstracto es entendible; que lo diga un pintor realista merece una entrevista como la que sigue y cuyo titular no podía ser otro: Fernando Devesa: “Me encanta el arte abstracto”.

Nacido en Cádiz en 1978, criado en sus portales y azoteas, amigo de otro gaditano realista, Pepe Baena, el pintor reconoce que esta ciudad, con sus luces y sombras, es “una fuente de inspiración” en la que fija su mirada de forma permanente: “Cádiz es un sitio idílico, con una luz maravillosa”.

Buena parte de este trabajo se expone esta primavera en el Castillo de Santa Catalina bajo el título La verdad sea pintada, exposición que coincide en el tiempo con otra muestra en el Centro Cultural Luis Gonzalo con el título “Estancias”.

Hablamos primero en la azotea de la Asociación de la Prensa y luego en el Castillo, mientras completa uno de los cuadros que se ha comprometido realizar en vivo al tiempo que los visitantes pasean por el ambiente casi sacro, silencioso y fresco, de la sala.

Los tres dedos de Antonio López

Le pregunto, curiosidad obliga, qué piensa cuando contempla arte abstracto: “Me encanta”, pero apostilla a continuación: “y lo intento llevar siempre a mi terreno”.

Lo explica de este modo: “Un cuadro realista que de lejos puede parecer una foto, si te acercas ves unos trazos que no se adecuan al estilo hiperrealista”.

Expone este ejemplo: “Velázquez tiene una pincelada que no es para nada realista, pero si después te alejas… ahí ves la magia, ahí podemos aprender mucho”.

Me habla, ya terminada la entrevista, sobre los talleres del pintor Antonio López en los que él ha trabajado también, las enseñanzas del maestro manchego, el modo que cada artista debe tener para dejar un rastro en la realidad representada.

Y me enseña la huella, física, de los tres dedos de López en uno de sus bodegones. Una anécdota, porque la huella de lo aprendido se extiende por muchas de las obras que se pueden ver en la exposición.

Entrevista con el pintor Fernando Devesa

Una pincelada de generosidad

Más allá de las azoteas, de los portales y persianas, de los pretiles y bocacalles, en su obra está también la intimidad del hogar, las escenas cotidianas de la familia, el rincón vacío en mitad del silencio. Este tipo de escenas que suponen una entrega del artista al espectador: “es un poco como desnudarte ante el público”, reconoce.

Una forma de exposición de la intimidad que implica un grado de generosidad tal vez no siempre reconocida a los artistas: desprenderse de un cuadro (a pesar del precio debido), ver alejarse, quien sabe si para siempre, el instante eternizado en el lienzo.

Pero es algo que no le importa demasiado: “los cuadros están hechos para que los disfrute otra gente, tú los has disfrutado mientras los has pintado”.

Un arte meditado

Dedicarse al arte exige al artista no conformarse (para no repetirse) y esta exigencia necesita de dos cualidades que Fernando Devesa pone de manifiesto en la conversación: la necesidad de estar siempre aprendiendo y la necesidad de estar siempre meditando sobre el trabajo artístico.

“Cada vez medito más y pinto menos”, afirma, pero en verdad es una reflexión en la que el trabajo se va elaborando en su mente y, en el momento de coger los pinceles, los colores, todo es más fácil, más fluido.

Y el aprendizaje: “el día que me canse de estudiar dejaré de pintar porque siempre se están aprendiendo cosas nuevas”.

Desde una mirada ajena, se puede añadir algo más, Otra cualidad definitoria de su arte:

Tomas Bañuelos, profesor honorífico de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Conplutense de Madrid, a quien Devesa agradece haber escrito el prólogo que puede leerse al entrar en la exposición, afirma que la obra de Fernando Devesa es “una pintura sin artificios, hecha desde el corazón”.

El mercado, el sentido y la crítica

Para muchos espectadores, el arte contemporáneo es un terreno confuso, difícil de entender, pero aquí Fernando Devesa defiende que es necasaria la educación, el aprendizaje que va construyendo un espíritu crítico, así “es mucho más fácil identificar qué es arte y qué no lo es”.

Y a pesar de la confusión, cree que el arte es algo necesario, que nos hace mejores personas. Es más, lo considera “indispensable” y defiende esos cuadros que “están hechos para contemplarlos más que para decorar”, arte que te hace “pararte a pensar. Esos son los cuadros que a mi me atraen”.

Y una última pincelada, corroborando las palabras de Tomás Bañuelos: es más fácil apreciar la autenticidad de una obra de arte cuando está hecha desde la honestidad: “cuando uno muestra lo que lleva dentro, te puede gustar o no, pero es lo que lleva dentro”.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.