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El arte como medida del ser humano

Imagen de la obra de arte contemporánea Blue Girl de Arne Ekeland

La irrupción de la inteligencia artificial invita a pensar en el arte como medida del ser humano. Vemos al hombre capaz de creaciones originales más allá del alcance de una máquina pero, ¿seguirá siendo así en los próximos años?

Hace un siglo, el filóloso Ortega y Gasset planteó su teoría de la vanguardia artística en el libro La deshumanización del arte, aunque el concepto desarrollado por él poco o nada tiene que ver con la deshumanización que cabría atribuir a una inteligencia artificial.

En Cádiz, por mediación del Centro Andaluz de las Letras, tuvimos la oportunidad hace unos días de conocer las opiniones de dos expertos, la catedrática de Historia del Arte de la Universidad de Málaga Maite Méndez Baiges y el catedrático de la Universidad de Cádiz, Juan Martín Prada.

El arte deshumanizado en 1924

“Según Ortega, el arte de vanguardia se reconoce como verdadero arte; al reconocerse como verdadero arte, se está reconociendo como un lenguaje; y al reconocerse como un lenguaje, se está reconociendo como un mediador entre el ser humano y la realidad”, explica Méndez.

“Ese lenguaje —continúa— , el propio artificio que es lo que sale a la luz en la obra de arte vanguardista, ya no está supeditado a la realidad, no tiene que copiar, no tiene que ser una mímesis de la realidad, sino que la obra de arte vanguardia se convierte, el propio arte, en una realidad, que aumenta además el horizonte del mundo o el horizonte de la propia realidad”.

De esta idea surge el concepto de arte “deshumanizado”, de su distancia de la realidad visible en la calle, en la naturaleza, en el otro. Nada que ver con un arte hecho por una herramienta artificial.

Cien años después, esa herramienta artificial se ha instalado ya en el espacio vital de los artistas y muchos lo ven como una amenaza existencial. Porque aunque la Inteligencia artificial no copia, sino que imita, lo hace con una habilidad pasmosa.

El mayor robo de la historia del arte

La IA funciona sobre unas enormes bases de datos que sus creadores han ido recopilando y, con el fundamento de esas palabras, imágenes, voces, ofrece respuestas en el mismo lenguaje natural con el que hablamos cada día. Además son capaces de crear imágenes fijas y en movimiento.

Cuando un usuario le pide a uno de estos sistemas que le elabore tal imagen que ha pensado, puede incluir en su peticion que lo haga al estilo de, por ejemplo, Guillermo Pérez Villalta. Y el resultado será una imagen nueva que imita las creaciones de este autor, posiblemente a partir de reproducciones de sus obras que pueden encontrarse en internet.

Imagen de una obra de arte creada mediante inteligencia artificial
Un paisaje abstracto al estilo de Gustav Klimt creado por el modelo de IA Stable diffusion

Martín Prada explica que “muchas de estas imágenes que forman estos bancos de imágenes son de obras de arte, tienen derechos de autor, han sido realizadas por artistas y las han subido a internet, sí, pero no cediendo los derechos para que sean utilizadas para el entrenamiento de inteligencias artificiales”.

“Y esto —añade— es lo que muchos críticos culturales hoy están denunciando como la apropiación al por mayor de la cultura existente. Es decir, está habiendo un proceso, digamos, extractivo por parte de estas grandes corporaciones de internet que algunas asociaciones de artistas están considerando como un robo”

“Algunos incluso lo llegan a denominar como el gran robo o el robo más masivo de la historia del arte”.

La primera consecuencia, explica Juan Martín Prada, es que muchos artistas, ilustradores, fotógrafos, están perdiendo clientes, es decir, están perdiendo dinero porque una AI hace obras que se parecen a las suyas, sin serlo, imitándolas.

Consentimiento, crédito y compensación

Los artistas, recuerda Martín Prada han hecho siempre esto cuando han ido a los museos a copiar e imitar las obras de los grandes maestros. A partir de este aprendizaje han empezado a construir su creatividade casi siempre ha buscado un estilo, un lenguaje que lo identifique como autor.

Pero no parece que sean situaciones comparables.

Para el catedrático de la Universidad de Cádiz “este proceso de deshumanización del artista, podríamos decir, o de sustitución del artista por algo no humano, por una inteligencia no humana, está haciendo que, de alguna manera, los artistas exijan, por lo menos, que se cumplan alguna de las tres ces que conforman el eje de sus reclamaciones”, explica.

Estras tres ces son solicitar su consentimiento para usar estas obras para entrenar la IA, el crédito apropiado de las imágenes que se proponen como imitación de un determinado artista y la compensación en caso de que las imágenes generadas supongan algún tipo de beneficio económico.

La posibilidad de lo auténtico

Más allá de las implicaciones practicas en el presente cabe preguntarse por la supuesta creatividad de estos sistemas. Martín Prada afirma que “una inteligencia artificial no puede crear obras que vayan más allá de las imágenes o de los patrones que ha aprendido en su dataset o en ese conjunto de imágenes que se han utilizado para su entrenamiento”.

Pablo Picasso pudo aprender imitando a otros maestros antes de crear el cubismo, pero una AI nunca sera capaz, por lo que sabemos a día de hoy, de hacer algo similar:

“Una inteligencia artificial puede crear variaciones de un artista impresionista, o variaciones de Dalí, o le podemos pedir que haga una combinación en una imagen de Dalí con Miró. Pero lo que no va a hacer una inteligencia artificial es crear nunca un movimiento artístico nuevo”, asegura Martín Prada.

Imagen del cuadro Party in the studio de Hermann Scherer
Party in the studio. Hermann Scherer

Lo que no quiere decir que no tenga ninguna influencia en la creatividad humana:

“Esa deshumanización evidentemente afecta o amenaza con el horizonte de una cultura visual que parece que poco a poco va a ser, o que amenaza con ser, cada vez más derivativa, cada vez más inauténtica”.

De aquí la posibilidad de que, como escribía al principio de este texto, de utilizar el arte como medida del ser humano, la posibilidad de lo auténtico.

Una posición crítica

En todo caso el propio mundo del arte no es indiferente a lo que está sucediendo. Desde el punto de vista práctico hay ejemplos como lo sucedido en la Feria del Libro de Madrid en 2023 o con la reciente publicación de una novela histórica sobre Juana de Arco, cuyas cubiertas estaban ilustradas con una obra hecha mediante IA.

Y también desde la perspectiva misma de la creación artística, Méndez le preguntaba en este encuentro a su colega si existía un arte crítico con estas imágenes creadas mediante IA.

Prada respondía que “si bien es verdad que en el ámbito de las industrias creativas la influencia es enorme, creo que precisamente en el ámbito del arte contemporáneo per se la influencia es mucho menor; ¿Por qué? pues porque el arte contemporáneo, ya desde la época de Ortega, es un arte que no juega tanto, no le interesa tanto la representación y estas son máquinas que representan muy bien”.

“El arte ya desde la época de Ortega —prosigue— es un lenguaje que no se da plenamente, que exige una interacción a nivel de interpretación con el espectador y ahí sí están entrando muchos artistas a trabajar”.

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