La caja 32 de la Fundación Archivo Carlos Edmundo de Ory en Cádiz guarda las cartas que se intercambiaron el poeta gaditano y el escritor chileno Roberto Bolaño entre 1977, año en el que este llega a España, y 1996.
La escritora y profesora de la Universidad de Cádiz Nieves Vazquez ha estudiado esta correspondencia cuyo interés desvela, por un lado, “la cotidianidad” de la vida de ambos escritores, y por otro, la esencia literaria de su relación: “hablan de lo que están escribiendo, de lo que están leyendo, de sus cuitas en el mundo literario”.
Aunque esta segunda parte es importante por la gran cantidad de información que aporta, Vázquez se ha interesado además por ese otro aspecto, “esa intimidad que revelan” cuando “una persona entra sin querer en unas cartas dirigidas a un destinatario específico”.
El resultado de su estudio ha sido publicado por la Revista Chilena de Literatura y ha formado parte de las jornadas organizadas en octubre por la Fundación Ory con motivo del centenario del nacimiento del poeta con el título Laberinto de sueño y pesadilla. Carlos Edmundo de Ory en su centenario.
Género crepuscular
Ambos escritores vivieron y practicaron un género, el epistolar, cuando este se acercaba a su fin pero aún entonces muy vivo. Ory se carteó, apunta Vázquez en el artículo citado, con alrededor de medio millar de destinatarios, muchos escritores y artistas como Eduardo Chicharro, Francisco Nieva, Juan Eduardo Cirlot, Gabriel Celaya, Luis Eduardo Aute o Jean Cassou, entre otros.
En las jornadas celebradas en la Fundación la profesora de la Universidad de Cádiz Ana Sofía Pérez Bustamante explicó, por ejemplo, el contenido de la correspondencia que Ory mantuvo con Francisco Nieva, y el escritor Antonio Rivero Taravillo (envió su intervención, ya que no pudo asistir personalmente) las cartas que intercambiaron Ory y Cirlot.
“El mundo de las cartas es ya un mundo perdido que ya ha sido sustituido por el correo electrónico, incluso por el whatsapp” comenta Nieves Vázquez, pero Ory y Bolaño “pertenecen todavía a ese mundo en el que las cartas suponían un género literario en sí”.
“Las cartas son como una especie de trasvase de su propia literatura dentro del género epistolar”
El maestro y el aspirante
Y están sembradas de infinidad de detalles curiosos que hablan de la personalidad y de las inquietudes de ambos autores. El poeta gaditano, creador del Postismo, se siente atraido por el estilo y las inquietudes del joven chileno, entonces un completo desconocido para el público y las editoriales.
De hecho, solo al final de su correspondencia el autor de Los detectives salvajes empieza a obtener cierto reconocimiemto de su trabajo literario. Ory en cambio, aunque no fuera conocido en España, “tenía cierto prestigio, cierta aura de escritor de culto” señala Vázquez.

Foto: Cortesía del Archivo de la Fundación Carlos Edmundo de Ory
“Él [Bolaño] se acerca como un joven aspirante a escritor que siente cierta veneración por este escritor particular y hay un cierto desequilibrio, Ory se muestra como el maestro que sabe, que amonesta, que aconseja, que a veces discute su obra”.
Bolaño se acerca a Ory desde el respeto, pero a lo largo de los veinte años de su relación, que no se limitó solo a las cartas, sino que se vieron personalmente en varias ocasiones, “Bolaño va adquiriendo cierta seguridad y ya hacia el final se percibe un trato más igualitario”.
De la poesía a la narrativa
Hablan de poesía, un género que ambos cultivan, pero del que tienen concepciones diferentes. A Ory no le gustan los poemas de Bolaño y éste se defiende afirmando su cercanía con la antepoesía de Nicanor Parra, uno de los autores de referencia del chileno.
Y de narrativa. Bolaño le envía a Ory no solo poemas, sino también cuentos y novelas. Y el autor gaditano ve en él los mimbres de un novelista de éxito, cuando aún vivía a base de arroz blanco, pasta y algún café que le invitaban en su bar preferido de Blanes.
En las dos cartas que reproduzco aquí (fragmentos) el poeta gaditano vislumbra el éxito de la narrativa de Bolaño, que se produciría pocos años después.

Imagen cortesía del Archivo Fundación Carlos Edmundo de Ory.
La primera de ellas, fechada en Amiens en 1986, afirma: “Puedes, debes y sabes escribir novela con distancia y técnica. Auguro tu momento monumental”. Bolaño le había enviado un relato titulado El contorno del ojo.
El aquel año Bolaño ya había publicado dos novelas, Consejos de un discípulo de Morrison a un fanático de Joyce escrita junto con A.G.Porta, y La senda de los elefantes, luego reeditada con el título Monsieur Pain. Y un pequeño libro de poemas titulado Reinventar el amor.
En una segunda carta, fechada en 1993 en Thezy-Glimont, Ory le escribe:
“Creo que tu tienes capacidades imaginativas y técnicas para montar sueños novelescos de mucha enjundia”.
No se equivocó, visto el boom Bolaño que vivimos pocos años después con la sucesiva aparición de sus novelas más conocidas y sus recopilaciones de relatos.
Las cartas de Bolaño son otra cosa
A Ory le gustaba cartearse con Bolaño. Recibía infinidad de cartas de muchas otras personas que no le llamaban tanto la atención. No así con los escritos del chileno, sus cartas eran diferentes, subraya Nieves Vázquez.
Apunta a que tal vez veía en el escritor chileno al joven inconformista que él siempre fue:
“Yo creo que él percibe en Bolaño una especie de recuperación… o volver a lo que había sido el postismo, a esa idea de la vanguardia que Bolaño representa, sobre todo el primer Bolaño”, por ejemplo en el movimiento de los infrarrealistas que lanzó en México con Mario Santiago y otros jóvenes poetas.
Las cartas entre ambos son, en todo caso, muestra de una amistad entre dos espíritus afines, como escribió José Manuel Benítez Ariza al reseñar la biografía que hizo del poeta gaditano José Manuel García Gil, titulada Prender con Keroseno el pasado. Una “hermosa amistad”, en palabras del periodista Alejandro Luque.