Paul Bowles nunca escribió el libro Cádiz. El compositor y escritor estadounidense vivió muchos años cerca, en Tánger, y se embarcó en algunos de sus viajes en su puerto de mar. Pero nunca escribió ese libro. Se podrían hacer especulaciones, aunque sería como alimentar un rumor creado sobre una mentira; una absoluta falsedad.
Sin embargo, me he encontrado con una detallada descripción de este libro (luego diré dónde). Esta descripción apócrifa (en inglés, la traducción es mía) dice así:
“En 1997 [Bowles] publicó un libro de relatos cortos titulado Cádiz. Las historias de Cádiz exploran el lado oscuro de la ciudad, su fondo de pobreza, crimen y prostitución. Sin embargo, Bowles también captura su belleza y su atmósfera única. Las historias están contadas desde el punto de vista de diferentes personajes, incluyendo turistas, paisanos y expatriados”.
Sorprendente, ¿no? Sobre todo para los lectores asiduos de Bowles. El autor de El cielo protector escribió tan solo cuatro novelas, un par de libros de viajes y algunas colecciones de relatos cortos y poemas, ninguna de ellas titulada Cádiz.
Tampoco hay en sus trabajos musicales ninguna obra con ese título. Le atraía España. Compuso una ópera con el texto de Yerma de Federico García Lorca y, en alguna de sus visitas al país, se acercó a Granada a conocer a su colega profesional Manuel de Falla, recién constituida la Segunda República.
Camino de ¿dónde?
El texto citado entre comillas es de Bard, el sistema de inteligencia artificial que el gigante de las búsquedas Google está experimentando (disponible en España desde este verano) para compatir con el chat conversacional ChatGPT.
Parece que sus creadores no tienen aún muy claro que esta herramienta sea fiable porque a mi petición “Cuéntame sobre Paul Bowles y Cádiz”, me ofreció tres posibles respuestas para que yo eligiera la que más me convenía. Aquí les he copiado la cuestión y las tres respuestas (pdf), por si les pica la curiosidad.
Si hacen ustedes la misma pregunta en el buscador, en la lista de resultados no aparece el libro de relatos cortos Cádiz. Tampoco introduciendo fragmentos íntegros de la descripción que el sistema de IA ofrece.
Sin embargo, la página Xataca, especializada en el ámbito digital y las nuevas tecnologías, explicaba este verano, citando a fuentes de la compañía de Mountain View que Bard “obtendrá la información directamente de Internet, y la usará para crear respuestas actuales y que sean de calidad”.
Las ficciones de El Bardo y algunos datos reales
El Bardo, apodo con el que es universalmente conocido William Shakespeare, fue un creador de ficciones inigualable. Supo reflejar la condición humana de una manera memorable y sus obras se siguen leyendo y representando hoy en día.
Es cuando menos llamativo que Google le haya puesto Bard a su chat de Inteligencia artificial.
En otra de las respuestas que me ofreció, afirma que en Cádiz se celebra anualmente en octubre un festival literario dedicado a la obra de Bowles (estaría bien, pero no es verdad). O que hay una estatua suya en la Plaza de San Juan de Dios, cuando en realidad la única que hay allí es del político Segismundo Moret. Y en la tercera las falsedades son aún más groseras.
Uno de los investigadores de la vida del artista norteamericano, Christopher Sawyer-Lauçanno, en la biografía Paul Bowles. El espectador invisible, relató varios episodios que le relacionan tanto a él como su mujer Jane Bowles, con Andalucía.
Son comprobables los numerosos viajes que hizo a España a lo largo de su vida y cómo, en sus primeras estancias en Marruecos, usó el puerto de Cádiz para cruzar el océano. En 1939, y de nuevo en 1940, apunta Sawyer, se embarca en la ciudad en el trasatlántico Juan Sebastián Elcano que hacía el trayecto con Cuba y Estados Unidos y luego con Venezuela y Colombia.
De forma que tampoco es verdad, como afirma Bard, que Bowles conociera Cádiz por primera vez en 1950.
Más allá de Cádiz y de los datos falsos
Parece que los sistemas de inteligencia artificial han venido para quedarse como en su día lo hicieron los buscadores, pero visto este ejemplo, a Bard al menos le queda aún un buen camino de aprendizaje.
Las repercusiones de estas herramientas están teniendo ya efectos importantes en el territorio de los libros y las actividades creativas. Es paradigmática la huelga de los guionistas de Hollywood. Entre los acuerdos alcanzados hace unos días y que ha supuesto su desconvocatoria, informa eldiario.es, figura quela inteligencia artificial “no podrá escribir ni reescribir material literario, y que el que sea generado por esta no sea [será] considerado como ‘material original’”.
Aquí entran en juego los derechos de autor, la clave de los ingresos de todos los creadores, no solo los guionistas. El autor de la popular serie de libros y televisión Juego de tronos, George R.R. Martin y otros escritores como John Grisham o Michael Connelly, ha demandado a uno de estos sistemas de IA, ChatGPT, por robo sistemático de sus creaciones.
Otro aspecto novedoso es la situación ocurrida en otro de los gigantes de la industria digital, Amazon, que se ha visto obligada a cambiar las normas de su programa de autopublicación de libros digitales ante la aparición de títulos generados automáticamente por esta tecnología emergente y firmados por autores reales que descubrieron y denunciaron el fraude.
Encontrar el rasgo humano
Es difícil poner en duda que el sector editorial se va a ver afectado, ya está ocurriendo, de manera directa por la irrupción de la inteligencia artificial.
El escritor gaditano Daniel Fopiani, en un recomendable artículo publicado en Zenda, vaticinaba hace unos días algunas consecuencias futuras del uso de la IA y apostaba a “encontrar nuevas formas de narrar, a trabajar en enfoques poco convencionales y a romper con las mismas estructuras de siempre”.
Pero también el rasgo humano está detrás de las herramientas de IA. Son personas quienes hacen preguntas o solicitan definiciones y son las mismas que después difunden esos datos como si fueran auténticos.
La Fundación Gabo, que custodia y difunde el legado del premio nobel colombiano, afamado escritor y periodista, distribuyó hace unos días un texto desmintiendo que el texto (en realidad una lista de citas) 13 líneas para vivir fuesen de su autoría. En este caso, en la elaboración del texto y su difusión no intervino la IA, solo una mente bien o mal intencionada.
El caso de Bowles con el que empieza este reportaje no será el único. Cualquiera puede preguntar y obtener una respuesta de estos oráculos modernos. Si desconoce todo o casi todo de lo que pregunta, debería contrastar la respuesta con fuentes contrastadas. De lo contrario, se pondrá en ridículo al contribuir a la difusión de información falsa. Si es que el sentido del ridículo sigue existiendo.