Dice el lingüista gaditano Pedro Payán Sotomayor: “Me llamaban el marqués del infundado complejo”. El mote, cuenta, se lo pusieron sus colegas de investigación debido a que estaba constantemente criticando el complejo que históricamente se ha cernido sobre el modo de hablar de los andaluces.
No es un tema baladí este el del habla andaluza. Incluso se ha utilizado a menudo como argumento para criticar el nivel educativo de Andalucía. Pero no surgió la anécdota hablando en esta entrevista de este hecho, sino de su famoso libro El habla de Cádiz.
En este libro, que 40 años después de su publicación, se sigue reeditando con unos resultados de ventas que él mismo considera sorprendentes, está recogida esa idea. Cito textualmente:
El pueblo andaluz sabe “que su modo de hablar es menospreciado (…). Es más, nos avergonzamos y acomplejamos”.
Y más adelante añade el profesor Payán su alegato en favor del andaluz: “defendemos el derecho de los andaluces a expresarnos como lo hacemos: espontánea, popular y creativamente”.
Nada de vulgarismos
Esta así en el libro, negro sobre blanco, la misma idea que ha defendido siempre, de ahí el mote de “Marqués del infundado complejo”. Porque Pedro Payán Sotomayor asegura que este complejo no tiene fundamento, que el habla andaluza despliega una creatividad e ingenio que la distinguen del castellano más correcto sin que ello suponga un menosprecio de su calidad formal.
Es más, se indigna cuando le cito que alguien pueda considerar que el habla gaditana es un conjunto de vulgarismos.
“No me agrada que se hable de vulgarismos” dice. Y añade: “si ustedes consideran que son vulgarismos, yo Pedro Payán y gente muy importante los eleva hasta la altura diciendo que de vulgarismo nada”.
A sus 86 años y a pesar del desgaste físico que supone el peso del tiempo, el lingüista gaditano defiende con lucidez y una energía impropia de su edad sus argumentos, llenos de detalles de una memoria que parece intacta a pesar de los años.
Generosidad
Y sobre todo ello un afán de ser considerado “buena gente”. Recuerda con satisfacción que los vecinos del barrio de Segunda Aguada, donde vive, le pusieron su nombre a una plaza. Y le emociona que El habla de Cádiz se haya convertido para quienes visitan la ciudad una referencia tan obligada como lo es llevarse una tacita de plata de recuerdo a sus lugares de origen.
El estimado profesor accedió a esta entrevista, celebrada el jueves 1 de junio en su domicilio, gracias a la mediación de la pintora gaditana y amiga común de ambos Amalia Quirós. No está siendo un año fácil para el lingüista gaditano.
A pesar del reconocimiento social y profesional que ha supuesto subrayar el valor de su trabajo por la celebración en la ciudad del IX Congreso Internacional de la Lengua Española. Su reciente viudez le llena de tristeza, admite en la conversación.
Luego, tomando algunas fotografías, comenta fuera de micrófono las dificultades que tiene para leer. Para una persona de letras, amante de los libros, no poder leer es desalentador. Aún así persiste. Incansable y generoso. Como no podía ser de otra forma.