La fotografía que ilustra este texto es de un grabado a punta seca de Rafael Alberti titulado “Pareja”, una obra realizada en 1967 en Roma. Es una imagen cargada de erotismo, rasgo que siempre estuvo presente en su creación poética, el erotismo y arte siempre presentes en su obra.
El poeta portuense tenía entonces 65 años. Se acercaba a los treinta de exilio y hacia apenas dos que había regresado a Europa. Las palabras no eran, nunca lo fueron, vehículo suficiente para manifestar su humanidad y sus inquietudes.
Desde muy joven necesitó acompañarse de la pintura cuando, alejado de las calles y pinares de El Puerto, donde nació, se adentraba en un Madrid frío y hosco en cuyo Museo del Prado encontró refugio para su afición al arte.
Durante toda su vida, en medio de la vorágine del siglo tan violento que le tocó vivir, tanto en España con Europa, no dejaría de pintar, como nunca dejó de escribir.
Poeta entre pintores
La imagen es una genial representación del placer erótico, de la conjunción de la pareja. El mar intuido al fondo, mientras el cuerpo de sirena de los amantes se funde en la figura de un corazón. Ante tanta intensidad, ¿para qué el color?
Sin embargo, el color esta presente, brillante y tropical, en buena parte de la obra artística de Rafael —¿habrá nombre más renacentista?— Alberti, que estos días aún se puede ver en el Centro Fundación Unicaja de Cádiz.

La exposición se titula Pintor poeta, poeta entre pintores y es una de las innumerables muestras de su obra gráfica y artistica que se han hecho en España, y en el mundo, desde que el poeta estaba vivo.
En una similar a esta, la organizada en Valladolid en 2011 con Fondos de la Fundación que lleva su nombre, destacaba la que fuera su pareja, María Asunción Mateos, ese carácter erótico y vital de la obras artística de Rafael Alberti.
El puente de las tetas
El poeta incluso llegó a exponer en España cuando aún vivía en su exilio romano, en el estertor final de la dictadura. Fue cosa del escritor gaditano Fernando Quiñones incluir una muestra de sus aguafuertes y poemas como actividad paralela del Festival de Cine “Alcances” de 1973 en el Club Caleta.
En la visita que hizo al poeta en Roma en 1975, en su casa de Vía Garibaldi Quiñones contempló “ejércitos de obras plásticas —siete, ocho Picasso espléndidos, dedicados: gouaches, pasteles, dibujos—, de muñecos populares de cualquier meridiano, desde España y Sicilia, hasta China y Argentina, fotos”.
En aquella crónica publicada por la hoy desaparecida La Estafeta Literaria cuenta Quiñones que Alberti trabajaba en aquel invierno romano —era noviembre— en unos poemas inspirados en Venecia “sobre cuyo puenterío acaba Rafael de ultimar unos versos, El puente de las tetas, que pronto recibirán obra gráfica y música”.
Un descuido
Rafael le regaló un cartel autografiado para él y para su esposa, Nadia Consolani, ilustradora y artista también, antes de partir (fue una visita de unas pocas horas). Ambos escritores y María Teresa León decidieron que irían al cine antes de dejarle en un tren que le llevaría de vuelta.

En el trayecto a la proyección Quiñones se olvidó del cartel en un café. Regresó corriendo y pudo recuperarlo. La fascinación, es de suponer, de poder conversar cara a cara con Alberti, con quien mantenía ya una copiosa relación epistolar y personal. Y de quién se esperaba su regreso de un momento a otro.
“En cuanto vuelvas a Venecia, vete a ver a Védova, el pintor, de mi parte”, le diría Rafael en aquella visita. Era cierto que vivía rodeado de arte y en contacto con artistas: Picasso, Miró, por citar dos de los más cercanos a él.
Por eso en la muestra abierta en Cádiz hay también obra de otros autores que le admiraron o que le retrataron.
ExiliArte
Una admiración que concitó ya en vida, como demuestra la exposición-homenaje que le tributaron en Paris en 1966 y que se convirtió en un alegato en favor de la democracia española por parte de artistas, escritores e intelectuales tanto exiliados como otros que residían en España.
En la primavera de 2018 se recuperó aquella carpeta homenaje en una exposición comisariada por la pintora Carmen Bustamante, promovida por la Real Academia de Bellas Artes de Cádiz y realizada por la Diputación provincial.
Dos años después la muestra viajo hasta el Instituto Cervantes de París y fue inaugurada por el entonces embajador en el país galo, hoy ministro de Exteriores, José Manuel Albares.
La palabra como materia del cuadro
En la exposición que se puede ver en estos días en Cádiz se han reunido más de 300 obras de diferente tipo.
A través de ellas es posible hacer un recorrido por las inquietudes del poeta, en las que el erotismo y el amor eran temas vitales, pero también el exilio o la relación con los amigos y su expresión, como la fantástica serie de litografías que creó para el Romancero Gitano de Federico García Lorca.
Una exposición que aúna ambas facetas, la de la escritura y la del dibujo, exponiendo también lo que Rafael llamaba liricografías, esos poemas escritos en letras de color, caracteres casi aljamiados y dibujos surrealistas llenos de estrellas, olas, velas, toros y mujeres.
“Yo, paciente más que un monje miniador –un chino-ítalo-arábigo-andaluz– del medioevo, hice libros de gran formato, manugrafiados por mí, con tiradas restringidas, de diez o quince ejemplares solamente”, dijo en alguna ocasión el poeta.
Buena parte de toda esa creación se conserva en su Fundación, en El Puerto de Santa María, y está ahora en esta exposición, en la que han colaborado también instituciones como el Centro Cultural de la Generación del 27, la Huerta de San Vicente, la Fundación Gregorio Prieto, el Centro de Documentación Musical de Andalucía y RTVE. Y que se complementa hasta mayo con varias conferencias sobre la relación de Rafael Alberti con la pintura.
¿Dónde y cuando visitarla?
Exposición Pintor poeta, poeta entre pintores
Centro Fundación Unicaja de Cádiz (Hasta el 31 de marzo)
Calle San Francisco, 26
Horario: Lunes a Viernes 10:30 a 14:00 horas y 16:30 a 20:00 horas.
Sábados, domingos y festivos cerrada.