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Ben Tarnoff: «Tenemos que encontrar la manera de disminuir el poder de que todo esté basado en el beneficio»

Esas alternativas han tenido más éxito en la parte de la infraestructura, donde el estado o las cooperativas pueden controlar la parte física. Sin embargo, parece mucho más difícil en la parte digital, que desde el principio ha sido completamente privada. ¿Es factible un Facebook público?

Es muy complicado. Creo que, como indica, es más fácil entender cómo sería la privatización a nivel de la infraestructura, porque tanto en Estados Unidos como en Europa tenemos el ejemplo de redes comunitarias que están proporcionando un mejor servicio a un coste menor y en algunos casos nulo para las comunidades. Lo que resulta especialmente atractivo de estas organizaciones no es sólo que proporcionan un mejor servicio, sino que dan a los usuarios la oportunidad de participar en las decisiones sobre el despliegue de la infraestructura.

En otras palabras, para mí, la cuestión no es fetichizar la propiedad pública o cooperativa, sino pensar en qué nuevos tipos de gobernanza democrática posibilitan esas formas de propiedad. Estoy de acuerdo con usted. A medida que subimos hacia la capa digital la desprivatización se convierte en una propuesta menos lineal. En el libro sostengo que necesitamos un enfoque doble. El primero es rodear lo que yo llamo los modelos en línea, o lo que podríamos llamar las plataformas. Reducir su huella. Desafiar su poder. Y para ello, creo que el conjunto de herramientas antimonopolio puede ser muy útil.

Pero también tenemos que hacer algo más. Necesitamos construir una constelación alternativa de instituciones que puedan reclamar el espacio que las plataformas ocupan actualmente. Así que si piensas en las plataformas como equivalentes en línea de los centros comerciales, tenemos que crear grietas en sus recintos y tenemos que sembrar esas grietas con especies invasoras. Hay una serie de comunidades, como la comunidad de la web descentralizada, como las cooperativas y la comunidad de plataformas, como la comunidad en torno a Decidim, que están construyendo experimentos prácticos que intentan responder a esta pregunta de cómo sería una Internet diferente en la capa de las aplicaciones.

Esos experimentos son limitados. Mi opinión es que deben ampliarse y que necesitamos un amplio programa público de inversión para que surjan nuevos experimentos. Los espacios en los que surgen estos experimentos son bastante pequeños, son nichos. Tienden a atraer a una parte concreta de la población. Y para democratizar Internet, para hacer una Internet que funcione para la gente de a pie, la gente de a pie tiene que participar en el diseño, el desarrollo y el despliegue de estas tecnologías.

¿Y qué hacemos con la gente que está cómoda en el centro comercial? Que está conforme con usar servicios gratuitos a cambio de sus datos y piensa que hay problemas más importantes.

Podría estar de acuerdo con la opinión de que tenemos problemas más importantes… Lo curioso de escribir este libro es que me ha hecho entender que sólo un movimiento social es capaz de construir una Internet mejor. Pero los espacios de este movimiento tienden a estar muy limitados en sus recursos. Tienen que tomar decisiones sobre qué priorizar. Y no estoy seguro de que Internet deba estar en lo más alto de nuestra lista de prioridades. Puedo pensar en el clima como una cuestión algo más apremiante, por ejemplo.

No obstante, Internet es una cuestión que forma parte de todas las demás cuestiones, porque Internet está embebida en todos los aspectos de nuestras vidas. Hay un elemento climático con Internet, hay un elemento de justicia racial… Esa puede ser una forma de hacer que la gente se preocupe, porque normalmente se habla de Internet de forma muy aislada. Oh, es sólo una colección de aplicaciones en mi teléfono. Pues no, no es así. De hecho, tiene implicaciones para la crisis ecológica. Tiene implicaciones para la justicia racial, etc.

Sin embargo, creo que esta conversación se ha vuelto mucho más fácil en los últimos años. Se ha vuelto mucho más fácil tratar de explicar a la gente cuáles son las consecuencias políticas del dominio de estas tecnologías, porque en la conciencia popular, el papel de Facebook en la degradación de las normas democráticas está bastante extendido. En realidad, incluso la conciencia de que una empresa como Uber es mala para los trabajadores está muy extendida. Así que, comparado con hace cinco años, ciertamente hace diez años, es mucho más fácil iniciar una conversación con alguien sobre cuáles son las políticas que esconden estas tecnologías.

Pero, como señala, estas empresas tienen enormes cantidades de dinero que pueden gastar en cosas como la usabilidad y los experimentos alternativos que he mencionado antes no. Así que si has intentado usar Mastodon, puedes notar que no funciona tan bien como Twitter.

Como el software de código abierto

El software libre, ¿verdad? Este es un problema conocido. Y creo que, de nuevo, por eso la inversión pública tiene que tener un papel. Pero ayudar a la gente a entender lo que está en juego políticamente en su uso de las diferentes tecnologías es un componente crítico de cualquier proyecto para mejorar Internet.

En este momento hay varias tecnologías que podrían originar una nueva era de Internet y todas se están desarrollando de manera totalmente privada. Pienso en la inteligencia artificial, el blockchain o incluso el metaverso. ¿Qué le parece?

Es interesante porque gran parte del lenguaje que utilizamos para describir la tecnología nos ha sido legado por las propias empresas tecnológicas. Y eso puede ser un problema porque operamos en su terreno discursivo y su discurso hace un trabajo estratégico para ellos.

Creo que blockchain está aquí para quedarse. Es una tecnología razonablemente interesante, pero que las implementaciones actuales de la misma no son interesantes. Por ejemplo Bitcoin es lo menos interesante que se puede hacer con blockchain. Pero dejando eso de lado, creo nada de esto va a cambiar la estructura más profunda de internet.

Con el metaverso ocurre algo similar. Es esencialmente un cambio de marca de la realidad virtual que pretende describir una especie de Internet inversivo. Puede haber líneas de negocio rentables que surjan de estas diferentes ideas. Pero dudo que haya algo que reestructure fundamentalmente la arquitectura de Internet o cómo se experimenta Internet. No estoy diciendo que eso no vaya a suceder. Inevitablemente, lo hará. Pero creo que el blockchain y la RV, por poner esos dos ejemplos, no son el vehículo para ello.

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