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Pepe Palacios: «Mi luz es una luz tranquila»

Imagen de Pepe Palacios observando uno de sus cuadros

En esta entrevista al pintor gaditano Pepe Palacios hay una idea que resume a la perfección una de las premisas que definen del arte moderno: Si uno toma como eje el cuerpo humano y comienza a mirar alrededor, en cada uno de los 360 grados que lo rodean existe la posibilidad de pintar un cuadro, de realizar una obra de arte.

Esto es, la individualidad, la mirada personal y única de cada creador. Después cada artista lo ejecuta como mejor puede o sabe o desea, pero nadie discute que el arte moderno es tal gracias a la libertad absoluta del artista.

La elección de Pepe Palacios ha sido la naturaleza, la naturaleza de su tierra, la Bahía de Cádiz con sus marismas, sus dunas y esteros, las orillas del Atlántico y a representarla lleva dedicados muchos años de vida.

Luz de otoño, luz de invierno

Parte de su más reciente trabajo se puede ver durante este octubre en la Sala Rivadavia de Cádiz bajo el título “Marismas. Tierras bajas”.

No existe en estos cuadros la luz deslumbrante del sur, como no todo lo andaluz es gracia y salero. Siempre hubo en el espíritu de la tierra, de Cádiz y de Andalucia —lo sabe bien quién ha vivido aquí mucho tiempo— el patio trasero de la melancolía, que aunque ni triste ni nostálgico, junto a la alegría define lo andaluz y lo gaditano. Ese es el barro, por llamarlo así, con el trabaja Pepe Palacios.

«Mi luz es una luz tranquila, apagada, sosegada, una luz de invierno, de otoño, que son los momentos que a mí me gustan”

Pasea entre los esteros del poblado de Sancti Petri, donde se crió. Desde niño tuvo curiosidad por saber qué hacía su padre, el pintor Palacios Acuña, al mezclar colores, al aplicarlos sobre la tela o la madera. Y aunque admite que su afición por la pintura puede tener un origen genético, no reconoce deuda alguna de aprendizaje con su padre más allá de lo que el propio Pepe Palacios pudo aprender por su cuenta observándole al trabajar.

Entrevista completa con Pepe Palacios

A menudo, cuando ha decidido qué va a pintar, prepara la escena usando el carboncillo y a partir de ahí, desarrolla su idea; sin un dibujo definido, son las manchas de color las que van dando forma al paisaje, la paramera otoñal o de invierno, el “cárdeno parchis de los esteros” que tan castizamente definió Fernando Quiñones utilizando ese adjetivo taurino para definir la parca sobriedad de la marisma en invierno, ahora reflejada en los cuadros de su paisano.

La sencillez del trabajo diario

Recorriendo junto a él la exposición en estos primeros días de otoño, Pepe Palacios apunta sin embargo que su color favorito y que más a menudo emplea en sus obras es el rojo óxido transparente. Señala algunas muestras.

Y aunque pueda parecer que sus obras se parecen unas a otras en el tono, los colores o en la luz, siempre hay en ellas un matiz, ya sea el color, un resalte del paisaje o un objeto disminuido por la distancia que llama la atención del espectador.

“Todo está controlado”, afirma. El pintor ha puesto ahí ese detalle, guía desde ese punto la mirada del espectador hacia la visión de conjunto.

En la conversación reconoce que ser autodidacta conlleva una búsqueda constante, “una búsqueda a través del trabajo” afirma, “vas descubriendo cosas sin darte cuenta” hasta que “ese camino te va llevando solo”. Lo que no deja de ser una manera de pintar por instinto. Y hacerlo cotidiano es aprendizaje: “El único secreto de esto es el trabajo diario”.

Exposición «Marismas. Tierras bajas» de Pepe Palacios.
Sala Rivadavia (Hasta el 22 de octubre)
Calle Presidente Rivadavia, 3. Cádiz.
Horario: Lunes a viernes de 10:30 a 13:30 y de 17:30 a 20:30.
Sábados de 11:00 a 14:00

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