Estamos en septiembre de 2022 y la herida abierta que dejó Franco al morir sigue acompañando a los españoles.
¿Pruebas? Unas cuantas y muy recientes: el debate sobre qué hacer con el valle de los caídos, la retirada de la Placa de Pemán en Cádiz —y otras similares—, el retorno al Estado de la propiedad del Pazo de Meirás o, quizá la más grave, la recuperación e identificación de los miles de cadáveres de españoles asesinados y enterrados en fosas comunes y cunetas del país.
Con la memoria en carne viva, no es de extrañar que este año la editorial Navona reedite un libro fundamental —ciertamente original de entre todos los que se han escrito sobre él— para conocer la figura del dictador, la Autobiografía del general Franco que escribió el periodista Manuel Vázquez Montalbán en 1992.
Cuando a todo el mundo le olían los calcetines

En aquel ya lejano 1992 los términos del debate político acerca de lo que sobrevivía o no del franquismo —aún no habían transcurrido ni veinte años de su muerte y España estaba en plena celebración posmodernista con las Olimpiadas de Barcelona y la Expo Universal de Sevilla— eran bien diferentes a los de ahora.
Un buen ejemplo es la entrevista que el autor concedió a El País la víspera de la publicación de la novela, en la que afirmaba que esta no podía ser de ninguna manera un ajuste de cuentas de una época cutre en la que “daba la impresión de que a todo el mundo le olían los calcetines”.
Con independencia de las cuestiones políticas que pueden debatirse acerca del contenido de la novela, hay en ella, desde cierta “arbitrariedad” que reconoce el propio Vázquez Montalbán, un repaso a hechos de la historia de España desde el nacimiento de Francisco Franco hasta su muerte que hacen muy entrenida la lectura, sobre todo para aquellas generaciones que no le conocieron.
Cádiz en la vida del generalísimo
Sobre todo ello escribió un certero análisis Eduardo Haro Tecglen apenas unos días después de la publicación de la obra en octubre de 1992 y que sintetiza muy bien en su frase final el punto de vista del autor: “para que se sepa”.
Hay sucesos y personas vinculadas a la vida de Franco muy relacionadas con Cádiz, provincia de la que proceden los antepasados familiares del apellido Franco.
Y hechos históricos. Desfilan por las páginas del libro desde los sucesos de Casas Viejas durante la Segunda República hasta la cesión en 1953 de Rota y otras localidades españolas para la instalación de las bases militares estadounidenses.
Franco y Varela durante el desfile militar de la victoria celebrado en abril de 1941
Entre las personas, quizá el general José Varela, cuya estatua ecuestre ha sido retirada este año 2022 de la plaza del ayuntamiento de su localidad natal, fue la más cercana al general, sobre todo en buena parte de su vida militar.
Y entre los civiles Jose María Pemán, que aparece en el libro como escritor de himnos de quien Franco se lamentaba por su veleidades “juanistas”, en referencia a las relaciones que mantenía con el círculo monárquico de Don Juan.
Pemán, cantor de la victoria
El afán documental que caracteriza todo el libro no deja en buen lugar al poeta gaditano, de quien Vázquez Montalbán —a través del narrador encargado de escribir la autobiografía, Marcial Pombo— escribe y cita:
“…usted nunca alcanzó el «trémolo» lírico de los poetas de la victoria como José Mª Pemán, capaz de escribir sobre «la magnífica contienda que desangra España», que «los incendios de Irún, de Guernica, de Lequeitio, de Málaga o de Baena, son como quema de rastrojos para abonar la tierra de la cosecha nueva. Vamos a tener, españoles, tierra lisa y llana para llenarla alegremente de piedras imperiales».
También recuerda a Pemán citando el poema “De la bestia y el angel” escrito en 1938 en el que el gaditano ensalzaba la rebelión militar de Franco y su carácter salvador del mundo mediante el humo del incienso y de los cañones.
O a Pemán elogiándolo a él como caudillo en la revista “Ejército”, o escribiendo el himno del Congreso Eucarístico Internacional celebrado en Barcelona en 1952.
Franco confiesa en esta autobiografía el respaldo que dió el Estado español al poeta gaditano como candidato al Premio Nobel de Literatura por ser “el más fiel representante de la auténtica literatura española”.
Lejos de un ajuste de cuentas
La estructura del libro que ideó Vázquez Montalbán es una mezcla de reportaje, análisis político y psicológico, crítica y ficción. Su originalidad estriba en que no es una mera autobiografía en la que Franco se ensalza a así mismo, que lo hace y muy a menudo, a lo largo y ancho de centenares de páginas.
Entre parrafada y parrafada del dictador, el autor de la biografía, un ficticio escritor de segunda fila llamado Marcial Pombo, hijo de represaliados de la guerra civil y militante antifranquista, va contrapunteando, apostillando algunas de las afirmaciones del general, dejando claro que no es posible dejar vía libre a una visión de la historia —la de la guerra y posguerra civil, la de la dictadura— que trata de ocultar su perfil de felonía.
Aún así, Vázquez Montalbán, en la entrevista citada anteriormente, admite que no puede ser un ajuste de cuentas. Franco murió como vencedor y todos se fueron de rositas, afirma.
El dictador con el entonces el príncipe Juan Carlos de Borbón, antes de ser designado sucesor
En todo caso, el perfil que configura en la novela no es el de una persona de valía sino el de un ser ambicioso, cruel, soberbio y en extremo paranóico, sobre todo el lo referente a la masonería.
Esa aversión a la cultura y al pensamiento complejo
Habrá a quien le llame la atención los pormenores históricos de la peripecia vital de Franco, a otros quizá sus procedimientos políticos o al trilerismo sucesorio, a los más los culebrones familiares que aún colean en los programas del corazón de los medios de comunicación españoles.
Pero también incluye Vázquez Montalbán algunos caracteres que definen la aversión a la cultura y a las personas que mostraran cierta complejidad intelectual en sus pronuncioamientos y análisis. No sólo del “enemigo” sino en su propia casa, como las diatribas que lanza de tanto en tanto contra el “cuñadísimo”, Ramón Serrano Suñer, a quien Vázquez Montalbán considera una de las figuras intelectuales más interesantes del franquismo. O Dionisio Ridruejo, o el mismo José María Pemán de quien se deduce también cierto menosprecio por su labor, a pesar de citarlo en varias ocasiones en estas memorias figuradas.
Esa aversión llega a ser inquina cuando el dictador se refiere a intelectuales de la talla de Miguel de Unamuno o Federico García Lorca. O a obras como La regenta, de un escritor tan poco revolucionario como Leopoldo Alas “Clarín”:
“Muy destruido ha quedado el Oviedo de mi memoria, al que los pedantes intelectuales de la época llamaban Vetusta, nombre literario de la ciudad en la novela de Leopoldo Alas Clarín, La regenta, novela juzgada importante por los estudiosos, pero gravemente peligrosa desde un punto de vista moral y religioso y tan alambicada que nunca pude pasar de las primeras cincuenta páginas”.
Y sin embargo, el general no se jacta de afirmar en esta autobiografía que “nadie respeta tanto a la cultura como yo”.
Lo que no sabemos
Tras la muerte del dictador muchas de las personalidades afines al regimen escribieron memorias y biografías, así como libros de “conversaciones” más o menos privadas con el caudillo, incluidos varios miembros de la familia Franco.
Escultura de Franco en un congelador de refrescos expuesta en la Feria Arco 2012
Vázquez Montalbán usó esta profusión de relatos para documentarse a lo largo de veinte años. Muchas de las afirmaciones que aparecen en el libro son extractos y citas literales escritas por miembros naturales o políticos de su familia o por ex ministros y colaboradores.
Esta circunstancia da al libro bastante enjundia en el nivel de detalle de las miserias que rodeaban al general y de sus particulares filias y fobias, si bien es posible que a esta autobiografía le falten elementos y datos que no sabemos, protegidos por la Ley de secretos oficiales del Estado que el Gobierno actual quiere reformar sin mucho afán de dar a conocer nada por el momento.
No obstante, el libro permite hacerse una idea bastante completa de quién fue el personaje, quiénes le rodearon y cómo fue el periodo de la historia de España que él protagonizó. Como bien escribió Eduardo Haro Tecglen, “para que se sepa”.
Autobiografía del General Franco. Manuel Vázquez Montalbán.
Navona. 2022