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Autorretrato de Guillermo Pérez Villalta a punta seca

Autorretrato de Guillermo Pérez Villalta a punta seca

Un autorretrato de Guillermo Pérez Villalta a punta seca en una azotea de Tánger, una imagen de Tarifa con el Jebel Musa al fondo, un día de playa en Bolonia a finales de los ochenta. Tres puntos cardinales del territorio mítico del artista tarifeño, en el diminuto espacio de un sello panorámico de coleccionista, están ahora mismo expuestos en Cádiz durante unos pocos días.

La punta seca es una de las diferentes técnicas de grabado con punzón sobre plancha de cobre dónde se imprimen las copias de la obra gráfica creada por un artista.

Las que se exponen en Cádiz forman parte de una serie de cien y tienen el número 21. Fueron realizadas entre 1985 y 1987 y, tal vez, sean una anécdota en la extensa y original obra de Pérez Villalta.

Todos los que conocen las creaciones de este artífice (como le gusta denominarse a sí mismo según la profesora Carmen Tejera Pinilla), de inmediato imaginan sus grandes y coloridos cuadros de líneas geométricas y hombres musculosos que recuerdan al héroe mitológico por antonomasia, Hércules.

50 años de su primera exposición individual

También recordarán de sus primeros años, cuando se le encuadró en el movimiento de la Nueva Figuración Madrileña, aquellas coloridas obras de carácter pop.

Entre ellas destaca ese retrato generacional que es “Grupo de personas en un atrio o alegoría del arte y la vida o del presente y el futuro”, pintado en 1975.

Pérez Villalta es una figura capital en la historia del arte contemporáneo español. Nacido en 1948, su forja comenzó a los diecisiete años, aunque había empezado a dibujar a los trece. Este 2022 se cumplen 50 años de su primera exposición individual en la Galería Amadís de Madrid.

A sus 73 años continúa creando. El año pasado expuso en la Galería Fernandez-Braso de Madrid las obras realizadas entre 2018 y 2020, y en en la Sala Alcalá de Madrid (El arte como laberinto).

La agonía de los gigantes

Y sigue sorprendiendo a quienes no lo conocen y admirando a quienes sí, con recorridos antológicos como el que acogió en 2021 el Patio Herreriano/Museo de Arte Contemporáneo de Valladolid con obras procedentes del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo y de la colección particular del artista.

Estos tres grabados expuestos en Cádiz se hicieron en un momento significativo en la vida de Pérez Villalta.

Para mí una de las cosas más terroríficas que vivimos en los ochenta fue la sensación de asistir al final del mito, a la agonía de los gigantes, a la muerte del héroe. Era algo que me producía una inmensa tristeza”

Son palabras del autor recogidas por el periodista y crítico de arte Fernando Huici en el catálogo de la extensa exposición reprospectiva que se hizo de su obra en Cádiz y Sevilla en 1995.

Los ochenta fueron para el autor tarifeño años de exploración y búsqueda que acabaron, afirma Huici en esta publicación, con la estancia del pintor a partir de 1989 en la Academia de España en Roma, que le abrió nuevos caminos a seguir en su trayectoria creativa.

GPV realiza estos grabados a punta seca en esos años de exploración y búsqueda. Los tres son diminutas estampas de su vida personal: la playa en Bolonia (1986), las azoteas de su ciudad natal, Tarifa (1987), él mismo asomado en la otra otra columna de Hércules, contemplando el Estrecho de Gibraltar desde las alturas de Tánger (1985).

El autor acababa de ser reconocido en 1985 con el Premio Nacional de Artes Plásticas.

Tarifa, territorio mítico

Su tamaño los hizo más accesibles para su adquisición por el público en un momento en el que el autor ya era ampliamente reconocido y aumentaba la cotización de su obra.

Los temas elegidos —la playa, las azoteas de Tarifa, su autorretrato en Tánger— y la sencillez de la técnica utilizada dieron como resultado tres miniaturas llenas de encanto y familiaridad.

Tarifa y el Estrecho de Gibraltar ya eran territorio mítico dentro de su obra.

En la ponencia “La imagen de Tarifa en la obra de Guillermo Pérez Villalta” la investigadora Carmen Tejera Pinilla afirma:

Tarifa es el espacio referencial de Guillermo Pérez Villalta. Su obra presenta una sinestesia de edificios, hitos, paisajes, sonidos, experiencias, recuerdos, muchos de ellos reconocibles pero no siempre identificables. Pérez Villalta fusiona todos estos elementos y pergeña una topografía imaginaria, su Macondo, su Vetusta, su Comala, su Región pictórica, una suerte de topotesia que estará presente en sus creaciones, donde se solapa la realidad y la fantasía.

Soñé hacer un mundo que colmase mis deseos de belleza y perfección” dirá, explicando como origen de su vocación artística la creación de un locus amoenus. La geografía de Tarifa es la materia prima de la obra de Guillermo Pérez Villalta, pero como artífice que es, el paisaje que nos presenta no es una mímesis, sino una fantasía, un capricho en la acepción artística del término.”

Podría imaginarse la mano del artista convertida en instrumento gigantesco, en mano de Gulliver, tallando con el punzón estas tres escenas de su vida.

Un sueño probable puesto que el mito creado por Jonathan Swift no le fue indiferente. Él reimaginó esos mundos y los hizo de nuevo realidad en sus ilustraciones para la edición de “Los viajes de Gulliver” editada en 2006 por Galaxia Gutenberg.

Paisajes

La Fundación Cajasol es la propietaria de estos tres grabados de la serie y los ha incluido en una muestra titulada “Despaisajeando. Una revisión del paisaje contemporáneo en la colección de la Fundación Cajasol” comisariada por Sema D’ Acosta.

La exposición reúne obras de una veintena de artistas, la mayoría sevillanos, entre ellos Luis Gordillo, artista referencial que aparece en el cuadro anteriormente citado aquí.

Entre obras de todos los tamaños y técnicas, tambien fotografías, las miniaturas de GPV, agrupadas como si vinieran a ser un solo cuadro, pueden pasar desapercibidas para el visitante con prisas. Hay que detenerse un poco y acercarse mucho para apreciar el detalle.

Estos grabados son Tarifa en estado de puro, realismo como materia prima, tan pequeños como una semilla de la que nace todo lo demás.

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