Proliferan en Cádiz las exposiciones en cafés, hoteles y las pocas salas de arte y galerías que existen y, sin embargo, exponer hoy en día “le cuesta dinero a los artistas” afirma en esta entrevista la pintora y grabadora gaditana Marisa Bascuñana.
Tras más de cuarenta años de trabajo artístico, Bascuñana sigue creando y aprendiendo, buscando siempre nuevas formas de expresión que vayan más allá de los cánones de la academia, siempre en absoluta libertad. Lo más reciente, las estampaciones con la técnica japonesa del gyotaku que expuso esta primavera en Cádiz y este mes en la galería Espacio Uno de San Fernando que gestiona el también pintor Alfonso Arenas.
“Con la tinta del calamar” el nombre que usó en Cádiz, es ahora, en La Isla, “Donde el mar se hace sueño”.
De Cádiz a París
Algunas de las pinturas que se vieron en Cádiz ya no se podrán ver aquí porque han sido adquiridas por coleccionistas que residen en París. De hecho, muchas de su obra está en otros países porque Bascuñana ha vendido buena parte de ella en Conil, donde realiza habitualmente su trabajo artístico.
Aunque no solo. Si tiene que preparar una exposición le gusta empaparse del lugar, observar a su gente, sus calles, los detalles de la vida cotidiana.

“si tenemos esa sensibilidad y estamos constantemente mirando las cosas de otra manera vemos arte en todos lados”.
Las mañanas al sol de la Alameda
Lejos quedan ya los tiempos en los que creó su primer taller en Sevilla, con otros compañeros de la Facultad. Juntos iban a la Alameda a vender su obra. “Sacábamos un dinerito, no mucho, pero era un ambiente totalmente bohemio porque en aquella época estar en la Alameda a las ocho de la mañana con toda le gente que había allí aprendíamos un montón de cosas”.
Pero vivir del arte sin caer en la miseria es algo prácticamente imposible en España, por lo que la artista tuvo que regresar a Cadiz, preparar unas oposiciones y empezar a dar clase para poder vivir. Y después, todo su tiempo disponible lo ha dedicado a la creación artística.
Recuerda su participación en el Colectivo Arte 90 y que algunas de sus obras forman parte de la colección de arte contemporáneo que la Diputación provincial ha ido atesorando merced al certamen Aduana. Le han dicho que uno de sus cuadros está en el despacho de la presidenta, pero ella no lo ha visto. Y tampoco es que le importe demasiado.
Sí admite la tristeza que siente al desprenderse de sus obras. Pero, como muchos otros artistas, guarda algunas de las que no se desprenderá nunca.
Vivir del arte
De todos modos, no aspira a hacerse rica con su creatividad.
“Yo pinto y hago grabados no pensando solamente que voy a vender ni que me voy a hacer rica ni que voy a ganar dinero. Hacer una exposición hoy en día a los artistas les cuesta dinero”
No obstante, afirma con cierta resignación que “de Despeñaperros para arriba la gente ve el arte de otra manera”, gente en País Vasco, Galicia o Madrid que están “acostumbrados a comprar obra”.
Aquí cuesta más trabajo, aunque cita el mercado del arte que se celebra anualmente en el Colegio de Arquitectos de Cádiz. “Se vende, pero cuesta trabajo a la gente de por aquí, creo que se vende más a la gente de fuera de Andalucía, no sé por qué”. Tal vez cuestión de educación cultural.
Una gran parte de los coleccionistas de arte de Cádiz son artistas también, Les debe ocurrir lo mismo que a Bascuñana, que cambian los cuadros de las paredes cada cierto tiempo como quien cambia los elepés en un tocadiscos. “Tengo obras de arte para llenar cuatro casas”, dice.
Exposición «Donde el mar se hace sueño».
Galería Espacio Uno. Calle San Diego de Alcalá, 1, San Fernando (Cádiz).
Lunes a sábado de 18:00 a 20:30 Hasta el 20 de noviembre.